lunes, 13 de julio de 2009

¿Cuántos gigabytes pesa un ser humano?


O mejor dicho, ¿de cuántos gigabytes estará constituído un hombre de 25 años, y cuyo peso pueda ser alojado, en un futuro no tan lejano, en una memoria USB de, al menos más de 500 gigabytes? Ahora no existen estas dichosas memorias, claro, pero conforme pasan los meses, ya podremos tener memorias con más gigas de peso, porque las de un giga nomás, parece diskette que no entra nada.


Es increíble, ¿no? Hace siete años atrás, había una gran diferencia entre lo que podía alojar un disquette de 1.44 megabytes, que aún se usaban, pocos pero se usaban, frente a los 700 megas que podía conservar en una quemada un CD en blanco. Para ese entonces, ya se contaba en el mercado discos duros de más de 10 gigas. Y circulaban pocas memorias que contaban con 256 o 512 megas de capacidad, lo que para un neófito en el asunto, parecía ser el paraíso poder conservar tantas cosas dentro de una cosita pichiruchi que lo llamabas memoria USB o pendrive.
Es decir, si manejabas a diario archivos en disquettes de 1.44 megas, y te hablaban de que en una cosita amarrilla del tamaño de un pulgar, se podía guardar un giga de información, entonces creías ver que un giga era todo un universo infinito para guardar, lo que sea, pero era un universo. Y eso con un giga, nomás.

Pero ahora, que se maneja regularmente archivos de vídeos, documentos PDFs, presentaciones ppts, fotografías de siete megas a más, series que recolectamos por capítulos y temporadas, películas que descargamos para el celular o la compu misma, música que guardamos y un largo etcétera considerable de como la modernidad y la tecnología cambian el ritmo de la vida... un giga es una miseria, vale decirlo.

Pero si nos remitimos a la pregunta del título... A la razón consiguiente de que en un supuesto caso hipotético y peripatético podamos decodificar cada kilogramo del ser humano y comprimirlo en un formato cibernético aceptable, en tantos bytes o mgabytes de por medio y en juego, podríamos deducir que un hombre promedio llegaría a "pesar" 153 gigabytes, esto siempre y cuando haya los formatos y convertidores posibles para realizar tal tarea.


Por otro lado, el mercado aún nos muestra en venta pichiruchis memorias USB de 2, 8 y hasta 16 gigas de almacenaje. Así que no es posible aún guardar 153 gigabytes en una memoria transportable, pero quizás sea posible en unos cuantos años, cuando por fin saquen a la venta memorias de uno o dos terabytes (lo que equivale a un millón de gigabytes... como que por un momento un terabyte si se nos hace proyectar que parece un universo infinito para guardar y nunca acabar, ¿no?)

Volviendo al tema de fondo, todavía hace falta necesaria, la tecnología que pueda convertir a un ser humano en cantidades de megas y gigas, y poder transportarlo, como quien no quiere la cosa, de aquí y allá, en una simple memoria USB. Tanto como para comprimir y guardar un ser humano, como luego descomprimirlo y sacarlo sin fallas de píxeles dañados ni thumbs ni nada por el estilo.

Pero cuando esto se haga realidad, hasta jugando a las escondidas le ganamos a la competencia, puesto que a nadie se le ocurriría revisar una memoria USB. O incluso podríamos cruzar aduanas y fronteras ahí metidos, de indocumentados, pero apareciendo como el nombre de un archivo muy pesado, pero nada que despierte las sospechas del aduanero o de los agentes de la policía fronteriza. También, de ser realidad todo lo anterior, podríamos ahorrar todo un dineral en impuestos taxativos y tantas otras barbaridades y cuchipandas típicas de un aeropuerto que lo único que nos quieren hacer es la vida a cuadritos, con los 23 kilos de derecho por pago al pasaje del avión que nos embarcamos para llevar nuestras maletas y souvenirs. Y más si viajamos en familia.


La solución perfecta sería que tanto el padre como la madre de familia metan a sus hijos comprimidos en memorias USB, junto con las maletas y hasta ropa de más de sobrepeso, libros, botellas, juguetes, etc. para la ida como para el regreso, y así les sale más barato el viaje. Y descansan de los niños en todo el trayecto del vuelo. Cuestión de esperar en el hotel o en la casa de un familiar en el país extranjero en que se encuentren, el hecho de descomprimir a sus hijos y el resto de las maletas con las ropas de diario y demás artículos transportables.

¿Pero de aquí a cuantos años esto podrá ser realidad…?
Hasta el próximo post.

Murnaú y Familia.

martes, 31 de marzo de 2009

Sobre un violín

En el parque del Conde polaco Palowsky se encontró una mañana el elegante cadáver de un joven que se había suicidado con una pistola de una solitaria bala. En una mano sostenía un mechón de cabellos rubios (que por cuestiones del rigor mortis no era fácil sacárselo), mientras que a su costado, reposaba un violín inocente, que nada tenía que ver con el asunto.

Vale decir que el joven hallado en el jardín privado del Conde polaco Palowsky, era aficionado a la música, pero eso no quiere decir que fuera excelente violinista.

La hija del Conde antes mencionado, poseía una cabellera rubia...

No le quedó remedio (otra qué hacerle) que enterrar a su amante suicida en un cercano bosque de encinas, y forrando el violín con una venda, lo colgó al lado del retrato al óleo de su difunta madre. Un año más tarde la bella condesita falleció.


El violín (que fue un testigo mudo en su momento), fue a caer a las manos de los hermanitos menores de la joven, que lo utilizaron para jugar. Niños éstos, no supieron valorar lo que tenían entre manos: muy pronto el mango quedó roto, y las dulces criaturas utilizaron el resto como si de un trineo se tratara.

Un pobre músico ambulante, medio muerto de hambre y de frío por lo que el invierno ya arreciaba, recibió como limosna un poco de alimento y los restos que quedaban del violín.

En el pueblo cercano los hizo componer por un carpintero, y abandonando otro instrumento musical del cual se servía para implorar caridad, siguió mendigando con el repuesto violín.

Cerca de Viena, un hotelero se lo compró en 40 Kreutzer (o lo que fuera la moneda que se manejaba en ese lugar y en ese entonces), suma que el mendigo le debía por alojamiento y alimentos que no podía pagar.




El hotelero cedió el violín a un aprendiz de «luthier» o hacedor de instrumentos musicales, por el mismo precio que se lo "arrebató" al mendigo. A su vez, el aprendiz se lo vendió a su patrón por 5 florines (o cual era una ganga en ese entonces). El «luthier» de veras, después de una buena reparación, lo vendió al Conde Kraust-Kraust, quien era secretario de una Legación (vete tú a saber qué rayos era eso), y que lo adquirió por la suma de 250 ducados (esto ya era valorizar un pobre violín).

Este último propietario llevó consigo este instrumento a Madrid, donde había sido nombrado secretario de una embajada. Allí conoció y se enamoró pérdidamente de una cantante italiana, que a cambio de sus "favores" (ejem, los horizontales, se entiende), le pidió el violín. Después de alguna indecisión, pues lo apreciaba mucho, tonto él, se lo envió una tarde, con una tarjeta invitándola a cenar después de la función que daría ella, la cantante.

Pero esa misma noche, ella partió para Nápoles, en compañía del músico Donelli, del cual era la amante de verdad, sin que el Conde lo supiera. Donelli que había preparado todo ese plan, era director de la banda de música de un regimiento italiano, con el cual partió para Rusia, en 1812. En esa campaña, casi todo el ejército fue destruido y sus equipajes cayeron en poder de los cosacos (que eran unos rusos que fumaban como chinos y tomaban vodka... como cosacos).

Uno de ellos se llevó el violín a Moscú, donde lo vendió a un amigo carpintero por la suma de un rublo de plata (cambia la moneda según cambia la geografía). Este carpintero, viendo que el instrumento era viejo (más que viejo, maltratado por los constantes cambios de dueños), pensó rejuvenecerlo aplicándole una mano de barniz roja (lo cual era secreto a voces, pero al parecer el barniz tenía un ingrediente único: algunas gotas de sangre de una doncella virgen).

Cuando el carpintero se trasladó a su país natal, Breslau, en un momento de necesidad y angustia lo vendió a un «luthier» por dos talers, que era otra moneda que se manejaba en Breslau. Paradógicamente, dicho «luthier» era aquel aprendiz de Viena, que se había establecido ahora por su cuenta. Así que no sólo cambiaban de manos el violín, sino que pasaban los años también.

No podía quedarse tranquilo el aprendiz (ahora «luthier» de renombre) y repitió exactamente lo mismo que hizo en el pasado: volvió a venderle a su antiguo maestro por la suma de 200 talers.

El Conde Kraust-Kraust, que en esta fecha estaba en Londres, fue informado del paradero del violín que alguna vez lo tuvo entre sus manos, y volvió a comprarlo por 250 ducados, como si los años no hubieran pasado en vano y se volvían a repetirse de una manera cíclica los hechos (salvo el hecho de enamorarse y dejar por estupidez romántica un violín a una sinvergüenza italiana).

Dos años más tarde, hallándose en Florencia el Conde Kraust-Kraust, se encontró con Niccolo Paganini, el eximio y virtuoso maestro violinista que como él, nunca hubo antes ni después quien llegara a su nivel. Paganini, inmediatamente al ver el violín del Conde Kraust-Kraust, le ofreció la misma cantidad de lo que pagó en vida el Conde (250 ducados más 250 ducados, dan 500 ducados de saldo). Pero el Conde, entusiasmado por el arte del mago del violín, ya que le permitió que ejecutara algunas de sus brillantes y destacadas piezas, se lo regaló.

Ése era el violín que una noche, muchos años atrás, Paganini jugando a las apuestas en Liorna, lo perdió después de haber dejado sobre el tapete todo su dinero. El suicida al comienzo de este relato-anecdotario, era precisamente, un joven no identificado que le había ganado la apuesta, y que se fue a la tumba, con un mechón de pelo rubio y con un violín a su costado.


Hasta el siguiente post.

Murnaú y familia.

(Con aportaciones de datos de Rodolfo Barbacci, de su libro '1550 anécdotas musicales').

domingo, 15 de marzo de 2009

Mi útero y yo

Lo que al principio fue una molestia dentro de mí, con el tiempo, fue creciendo como si fuera un tumor. Fui donde un gastroenterólogo, una shamana y hasta un nutricionista. Me derivaron hacia otro tipo de médico especializado. Mira que yo, sin ser mujer, me incliné a visitar a las finales, a un ginecólogo, para que me dijera qué rayos era lo que tenía dentro de mí (total, era un pariente mio, y aparte que la consulta me salía gratis, era para evitar un tremendo roche).

Me asusté con su diagnóstico: "tienes un útero dentro de tí".

Yo me quedé helado. No podía creerlo.

"Esto es muy raro -prosiguió el buen hombre- nunca me había topado con un caso tan extravagante, como el tuyo". Y yo, por dentro hacía ¡saz!, ¡crash! y ¡bum! Algo se había fragmentado dentro de mí.

Conforme pasaron los días, el útero había crecido tanto, que por su forma rara parecida a la de un toro bicorne, había superado su aparición sobre mi pelvis. Que conste que soy un machito, pero esto era sumamente deprimente para un varón.

Un amigo juguetón, me sugirió que por qué me entristecía tanto, ante un mal rarísimo de esta naturaleza, sino que todo lo contrario: podría cacharme (SIC) a mí mismo y ahorrarme unas voladas de cometa. Después de ese comentario desagradable, perdí su amistad y nunca más supe de él.

Aunque pensando en bizarro (para este tipo de situaciones era aplicable), eso de cogerme a mi mismo podía darse siempre y cuando el diagnóstico, dentro de veinte días del mismo ginecólogo (me pidió la exclusiva para él, a costa de tener consultas gratis y diagnósticos conforme evolucione esto, que me intriga incluso a mí), me dijera que el útero se asentara dentro de mi cuerpo y quizás apareciera una forma desconfigurada al comienzo de una vagina con sus labios. Por el momento manejábamos la teoría de un útero flotante. Quién iba a saber en ese entonces. Por ese entonces, luego de cada consulta conmigo, el ginecólogo redactaba con brillante pasión lo que sería una historia clínica publicable y digno de ser un 'best seller' en el ámbito académico médico.

Veinte días después, me dí con la sorpresa que era un útero flotante y jodido. Me empezó a doler toda la pelvis y andaba como loca histérica brava sin Ponstans (o similares) encima y me daban unos cólicos insoportables que ni te cuento. Ni el té de orégano ni otros emeagogos me sirvieron para lidiar con esta porquería rara que se manifestaba cada vez más en mi cuerpo.

Fue un lunes y ni bien salí disparado de mi cama, semidespierto, porque sentí algo húmedo entre las piernas, y me dije: "Opps, ¡rompí la fuente!". Recapacitando del sueño, lo que yo tenía era un útero, no un bebé a punto de salir. Prácticamente le agarré pánico escénico cuando ví lo que ví. Era que el útero parecía tener vida propia y músculos para arrastrarse por sí mismo. Lo raro era que se adhirió a mi pierna izquierda, como si de una sanguijuela se tratara.

Después de eso, decidí no salir a la calle por temor a que me gritaran 'transexual' o tantas otras tonterías hirientes a mi persona. Los pocos que me llegaron a ver en ese estado horrible, se asombraron al ver un útero en su real dimensión, cerca de mi rodilla. Alguna prima mordaz me preguntó si le había puesto nombre a esa protuberancia femenina, como si de un peluche se tratara. Si no le constesté, era para no mandarla a la mierda, sencillamente.

Caminaba con dificultad por toda la casa, y no por alguna dolencia física, sino por la vergüenza de tener que andar con una cosa así. Porque es rarísimo. ¿Qué hombre, entre los varios millones que habitan este planeta, le toca sacarse en suerte, un mal premio de esta naturaleza cruel y burlona? Porque si bien la finalidad de una mujer para un hombre de aspectos similares a Giovanni Casanova era un útero, esto era una forma directa de vivir una pesadilla y aborrecer a las mujeres de hoy en adelante. Un útero... en ese entonces daba mi vida porque me sacaran ese útero de mi cuerpo, de mi existencia, ¡¡¡por dios!!! ¡¡¡Por dios y por el útero!!!

Antes salía con chicas. Ahora no lo hago. Si no, qué roche. Supongamos que salgo... ni bien me le acerco a ella, es capaz de gritarme "Aléjate de mi presencia" o la clásica "¿Qué mierda estás trayendo entre las piernas?"

Para responder algo así, con ingenio mediante y con cara de Bogart, no me uedaba otra que decirle: "ahh, ¿eso? es algo que me regalaron el otro día".

Un hecho impactante para mí fue el episodio que siguió. Cuando vino el ginecólogo con unos estudios, me reveló lo siguiente: "hemos descubierto algo con respecto de tu útero que te traes en la pierna. Al parecer, alguien te ha violado y te ha dejado eso como prenda de que has sido preñado... desconocemos si por un él, o una ella, que es lo más evidente. (Me abrumaba que hablara en plural, como si ya fuera cosa pública). Dime, ¿tienes algún enemigo o enemiga que te quería hacer demasiado daño, como para dejarte sembrado un útero flotante?"

Me puse a pensar... recordé a una chica que a las finales todo se acabó por culpa de unas velas de mierda, que nunca prendieron, pero no era para que me guardara rencor de esa manera. Mucho menos la segunda, que era la movidita, que sólo quería un 'lapsus temporal' mientras que yo no le entraba a esas cosas sin protección. No, la verdad que no le encontré sentido alguno... ¿Y dices que ha sido posible por fruto de una violación hacia mí?

"Es posible", me dijo el ginecólogo, acompañado de un médico legista amigo suyo. El legista quiso hablar, se le cedió la palabra: "es posible que en alguna ocasión a usted lo durmieran, razón poderosa por el cual no sintiera nada, ni la más leve hinchazón, salvo cuando empezaron las manifestaciones propias de ese útero flotante".

Claro, asentí. Era lo evidente. No recuerdo la verdad cuándo fue el preciso momento en que empezó todo. Siguió el medico legista.

"Una vez que hemos agotado todas las posibilidades hipotéticas sobre cómo pudo aparecer un útero viviendo dentro de tí, de manera independiente, siempre nos queda el lado fantasioso para sospechar con mayor fuerza. Si es que mis pronósticos no están mal, y eso lo sabremos dentro de dos semanas, según la muestra que derivé a un laboratorio especializado de Canadá, todo dependiendo de lo que muestren los resultados... es que quizás..."

Yo angustiado que no lo dejaba de mirar, y el ginecólogo que le instaba a que acabara su idea, en medio de un clima de conciliábulo clandestino y harto de suspense, el médico legista puntualizó lo siguiente: "quizás a usted lo han abducido una noche de farra sin que se diera cuenta, quizás dormido, y he ahí el detalle, de que le hayan inoculado o inyectado aquel feto deforme consistente en sólo un útero flotante y con vida propia". ¿Abducido, -le pregunté-? ¿Abducido por quién?

Nos miramos ginecólogo, legista y paciente. El miedo se sentía en el ambiente. Fue el ginecólogo, a pesar de que iba contra sus creencias, quien dilapidó como a quien lo empujan desde el borde de un precipicio: "los extraterrestres, los extraterrestres, aquellos seres a los que persigues desde siempre con tus historias de Roswell y el Area 51".

Nuevamente un ¡saz!, ¡crash! y ¡bum! Algo se había fragmentado, doblemente dentro de mí.

Y empecé a odiar la vida y la muerte. Odié la cama en la que estaba recostado, odié los medicamentos que me administraba el ginecólogo pero que no surtían efectos en cuanto a vergüenza anímica y dolores del parto que te parto, odié a la primera chica, la de la velas de mierda, a la segunda por ser tan perra, a los hijos de su madre de los extraterrestres que fueran tan maricas para insertarme un útero como si fuera un gato regalado y que ahora, al parecer, se me está desprendiendo de mi cuerpo, odié a ese remaldito útero, que es propiedad de las mujeres, y no de mí, un completo asexuado traumado por sus relaciones anteriores y sin ganas de saber de hijos, trabajo, mujeres ni sexo, porque el sexo es asqueroso, como sabrán ustedes.

Ayer por la tarde se fue el útero. Me dejó solo, pero con una pequeña cicatriz en la pierna, como si ella misma, o eso mismo, hubiera querido dejar una huella profunda en mí. ¡¡¡Maldito útero!!!

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UNO: Quién iba a pensarlo.
DOS: Ni modo, parece una historia completamente sacada de un absurdo absurdaem.
UNO: En fin, hay que atenernos a la reacción de los lectores.
DOS: Eso, exactamente eso...

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P.D. Hasta el próximo post que viene.

viernes, 13 de febrero de 2009

Estadísticas "bambas" por el Día del Amor

Presentamos a continuación una serie de datos estadísticos, que bien pueden aclarar un poco el panorama de la realidad peruana, específicamente la limeña, en cuanto al inefable 'Día del Amor', que acaba de pasar casi sin aviso y sin grandes sorpresas. Los datos fueron proporcionados por la flamante Agencia Patafísica de Informaciones (API).




Punto 1.
121 parejas "hacen el amor" en este mismo instante que usted está leyendo esta línea. Ese es el promedio general que se maneja a lo largo del año, en todo Lima y Callao. Ahora mismo, no lo olvide, son 121 parejas "que lo están haciendo" a la vez.


Punto 2.
Durante el 'Día del Amor', este 14 de febrero la estadística promedio de las 121 parejas (léase el punto 1 si es que aterrizó aquí y no sepa bien de qué estamos hablando) se incrementó entre 225 y 406 parejas "haciéndolo" a la vez, desde las tres hasta las seis de la tarde. A partir de las 6:01 pm, el número se ha incrementado gradualmente hasta la medianoche, con la cantidad de 550 parejas teniendo sexo, con o sin protección (nunca faltarán los ignorantes y los 'alérgicos' al condón), todos a la vez, en diferentes puntos de Lima y Callao.


NOTA: No piense que sólo 550 han "hecho el amor" aquel día, sino un número mayor muy considerable. Tampoco piense que sólo fueron 550 que comenzaron a las 6 y terminaron a la medianoche, sino que han ido rotando, salen unas parejas y entran otras a hacer lo suyo, hasta que se cansen.


Punto 3.
300 soles es lo que gana una ambulante (vendedora de la calle) vendiendo flores y rosas de todo calibre, desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la noche. Luego, se va a integrar "sin querer queriendo" a ser parte de las estadísticas de las 550 parejas (léase punto anterior). Si es que tiene ganas y ánimos, claro.


Punto 4.
Se calcula entre 900 a 1500 los pedidos vía internet a tiendas "especializadas" (lo cual no dejan de ser caras) en artículos para la pareja en el día del amor. Dichos regalos oscilan entre los 70 soles (el ramo de rosas más misio) y los 210 soles (ramo de flores con el nombre impreso de la pareja, peluches de rigor acompañando a los chocolates con las letras del nombre, también de la pareja).


Punto 5.
120 soles es el promedio usual de una cena para dos en un restaurante aceptable y de "buena pinta".60 soles el de una pollería. 1 sol un par de bolsitas de canchita (pop corn) en la Avenida Arequipa.


Punto 6.
A finales de octubre y en todo el mes de noviembre, el incremento de los alumbramientos y partos en los hospitales se debe al punto 2.


Punto 7.
Costo promedio de una caja conteniendo tres condones o preservativos de buena calidad: 4.50 soles. (El aumento de precio -5.00 soles- corresponde como ganancia para la farmacia.)


Punto 8.
Con retardante: 6.30 soles. (El aumento de precio -7.00 soles- corresponde como ganancia para la farmacia.)


Punto 9.
Cantidad promedio de preservativos vueltos a usar, luego de lavarlos y secarlos con la toalla o con papel higiénico, en el día del Amor: 5.


Punto 10.
Cantidad de semen eyaculado y luego arrojado con el preservativo amarrado y desechado a la basura: 673 litros en todo Lima y Callao.


Punto 11.
Peso de un preservativo usado: entre 10 y 27 gramos.


Punto 12.
Cantidad de automóviles estacionados y bamboleando en el Costa Verde, que es un balneario playero de día y un hostal abierto a las estrellas de noche, en el día del Amor: 993 (en distintas rotaciones a lo largo de la noche).


Punto 12+1.
Número de parejas que no pudieron "hacer el amor" por diversas y consabidas razones (fracturas; la regla o 'la visita de Andrés'; dolores de cabeza, estómago y otros; puritanismo; náuseas; desánimo; frigidez; edad; vejez; o porque simplemente faltó el condón: más de 3,455,119 parejas. Es decir, 6,910,238 personas "que no la vieron" ese día.


Punto 14.

Número de accidentes en la cama que se producen en el día de San Valentín, y que deben ser llevados de emergencia a las víctimas: 22.


Punto 15.
Número de posturas sexuales, indicadas en conjunto en el Kama Sutra, Ananga Ranga y otros manuales eróticos: 355.


Punto 16.
Número de posturas sexuales peligrosas por lindar con la acrobacia, que no están incluidas en el resultado del punto anterior: 199.



Fuente: Agencia Patafísica de Informaciones (API)

domingo, 11 de enero de 2009

Planteando Imposibles: Plan Telepatía 2009

¿Y si en vez de Plan Lector el gobierno se inclinase a promover el Plan Telepatía? De ser eso posible, sería un acierto en todos los niveles, incluso educativo. Así dejaríamos de escribir los engorrosos cuadernos de cada curso que llevamos en la universidad.



En el pasado, hubiéramos dejado de llevar 'piedras' en la mochila cuando íbamos al colegio y que tanto ha afectado a nuestra columna. Porque con un plan telepático nos hubiéramos ahorrado en cuadernos, libros y útiles para escribir.



Sería interesante pensar la perspectiva que la telepatía ofrece para nuestras vidas. Así, habríamos entendido sin ningún problema los problemas complejos de las matemáticas, o el del lenguaje y las fallas ortográficas.



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UNO: ¿Pero está chistosito Abel?
DOS: ¿Por qué lo dices?
UNO: Éste señala, entre líneas, que no habría errores ortográficos si todos aprendiéramos a comunicarnos por telepatía...
DOS: ¡¡¡Vaya cantamañanas!!!


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Todos habríamos sacado 20 y sin necesidad de plagiar. Aunque una vez que nos entrenemos más y más en la telepatía, el plagio con papelitos ya sería un completo absurdo. Cada exámen sería una suerte de messenger conectado pasándose las respuesta de cada pregunta. Siempre y cuando no lo "escuche mentalmente" el profesor, claro está.


Habríamos asimilado sin ningún problema las complejas teorías de la semiótica, la filosofía, y también, por qué no, asimilar el estilo de redacción de cada profesor al momento de redactar una nota informativa, en el caso de que se estudie ciencias de la comunicación. Para otras carreras, los cursos más peliagudos.






(Una parejita viendo y comunicándose por telepatía
algo de sumo interés para los dos.)


Con una mente entrenada en telepatía, ya no habría incluso motivo alguno para ir a clases: se podría escuchar desde la comodidad de la cama las clases del día, mientras que lidiamos con la condenada gripe. Porque no olvidemos que telepatía también se da a distancia, manteniendo enlace de comunicación con la fuente a la que nos remitimos. Incluso meternos en la mente del que chanca más en el salón, y empezar a "robarle" sus conocimientos, por mera flojera de agarrar un libro y leer.


Pero también sería un caos ante tanta maravilla. Ya no podríamos chismear de tal o cual ersona, porque la persona motivo del chisme o raje, también se concentraría telepáticamente en seguir la conversacion mental entre los chismosos.


Tampoco habría la gratuidad de mentar la madre al profe ante una nota desaprobatoria. Y mucho menos inventar una excusa o una mentira, puesto que telepáticamente podrían asegurarse que lo que decimos sea falso.


Así las cosas, un Plan Telepatía en reemplazo del Plan Lector resultaría, ya visto los problemas hipotéticos que surgirían de aplicarse, un total fiasco.



(Nótese que estos niños, aparte de hablar, se comunican por la mente.)

(Intervención al dibujo hecho por un niño de 5 años.)

Hasta el próximo post que viene.

lunes, 18 de agosto de 2008

Haro y Pon

Haro y Pon seguían mirando esos tres dados. Eran tres dados, sí, pero ¿qué tenía de especial para ellos que fueran tres dados? ¿Alguien me lo puede explicar? tres dados, sólo tres dados, y eso era para Haro y Pon todo su mundo de abstracción.

Tres dados, cada uno de determinado color: uno verde, uno anaranjado y uno morado. ¿Tres dados, dice usted? Sí, tres dados le digo. Y lo que preocupa era que los hermanitos nipones llevaban tres horas contemplando aquellos dados, y nada más. Era una cosa como para aburrirse.

Qué asquíribis. Cualquiera prende la televisión y ve cualquier cosa, se distrae, pierde su tiempo. Pero, ¿tres dados? ¿Cuál era el atractivo de seguir viendo aquellos tres dados? Cinco horas llevaban contemplándolos a estas alturas del relato. Ni se movían las estatuas éstas. No habían almorzado siquiera, se pasaron toda la tarde viendo aquellos cubos del petrimetre, y ni hablar de la noche, gritaron al unísono los dos cuando los obligaron a que bajaran a comer (era en una casa de dos pisos, familia acomodada, con yenes de sobra). Ni modo, con chicos así, nada bueno puede esperarse. Los dejaron con las luces prendidas, toda la bendita noche, solo ellos, y tres dados...

La noche, tres dados... La pregunta era, ¿quiénes miraban a quiénes? ¿Los dados a ellos o ellos a los dados? Una pregunta un tanto difícil de responder, ya que Haro y Pon, inconscientemente, estaban cumpliendo, a carta cabal, un rito conocido como la "contemplación".

¿Quiénes miraban a quiénes? Es responder acaso, si cuando nosotros miramos al faro digno de fotografiarlo porque sí, surge la misma pregunta: ¿quién observa a quién? ¿El faro a nosotros -a través del objetivo de la cámara- o nosotros al faro, por intermedio del enfoque que nos permitirá, según regulemos el diafragma, la velocidad y el fotómetro de Cadmio y Níquel, y con la pericia humana fruto de la deformación profesional -artística- fotográfica?


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UNO: Tanto haluro de plata contenido en los rollos fotográficos, como para mandarnos con tremebunda pregunta.
DOS: Mira que Mirabeau.
UNO: Es una cosa que ni Faustroll ni las Calendas griegas del Peloponeso.
DOS: Pero, ¿quiénes miraban a quiénes, pues?
UNO: Haro ni Pon, a pesar de ser hermanos, se reían entre sí, sólo veían los dados naranja, verde y morado.
DOS: ¿Eran dados?
UNO: Esa pregunta, decisivamente, está fuera de lugar...

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P.D.: Estaban concentrados, sumamente concentrados, en la quietud de la madrugada. Y así seguirán, estos pequeños émulos del Buda.




Hasta el próximo post que viene.

martes, 12 de agosto de 2008

¿Adónde van a morir las palomas?

Porque... ¿adónde van y mueren la mayoría de los pájaros, entre ellos las palomas? ¿Se lo ha preguntado alguien? ¿Se lo ha preguntado usted mismo?



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UNO: No que yo sepa.
DOS: Yo tampoco.


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Claro, a menudo vemos los pájaros revoloteando por aquí, por allá, en los aires. Pero, cuando se mueren, vemos una que otra paloma muerta, porque lo atropelló un auto, un gato o un tigrillo la despedazó, algún chiquillo (chamaco) del demonio le tiró con certera puntería una piedra, etc. Pero son sólo algunas palomas muertas. ALGUNAS.


¿Y las demás? ¿Adónde van a morir las demás? ¿Es que acaso Lima cuenta con un misterioso y aún desconocido cementerio del cual no sabemos nada, ni su ubicación exacta? O alimentando las ideas paranormales, ¿existe acaso algún portal interdimensional en el cual van allí las palomas y demás pájaros a morir y depositar sus restos? ¿Es que alguien ha visto por casualidad un lugar, misma fosa común, donde se vean los restos de las palomas "ancianas" que van a morir ahí por los designios inextricables e inexplicables de la naturaleza?

Porque con otros animales sí ocurre esto que pretendo explicar: los elefantes. Ellos aún mantienen en completo misterio su cementerio de marfil, donde saben que deben ir antes de que les venga la hora de la muerte. Y es algo innato que lo transmiten de generación en generación. Igual sucede con las truchas. Luego de vivir kilómetros río abajo, realizan el gran último recorrido de sus vidas para llegar y fallecer en el lugar de origen (siempre y cuando no hayan sido pescados).


Pero, ¿y las palomas? Por lo visto que el lugar misterioso donde por fin van a descansar sus restos de ave, tiene que ser en un lugar muy cercano a Lima, o pretendidamente cerca. Y eso que en Lima revolotean una cantidad mayor de pájaros, no sólo palomas, sino demás especies plumíferas, como picaflores, gorriones, petirrojos, cernícalos, y tantos otros.

Al parecer siempre guardarán en el más estricto secreto su lugar común de muerte, donde se supone que se contará por kilos plumas de todos los colores y tamaños, al igual que restos óseos ligeros de las mismas aves. Un enigma más de este mundo.


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DOS: Muy esotérico se nos puso el Murnaú.
UNO: ¿No crees que haya sido apresurado afirmar todo esto como misterioso?
DOS: ¿Por qué lo dices?
UNO: Porque yo hago parrillada de palomas. Asi que me parece apresurado todo eso que afirma Murnaú.
DOS: De modo que haces parrillada de palomas y haces que Murnaú lo vea como un gran misterio insondable de la vida...
UNO: De modo que hago parrillada. Y me salen ricos, para qué te cuento... Tan ricos, fíjate, que están hasta para chuparse los dedos de los pies.

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lunes, 4 de agosto de 2008

Alegorías sobre Caperucita Roja

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UNO: Yo creo que más sospechosa es la conducta de la madre de Caperucita. La manda lejos para quedarse sola todo el día en la casa. Muy aparte de que si se encuentra su hija con el Lobo, allá ella.
DOS: La pregunta es si quería quedarse sola en casa, a la espera de algún mancebo que la satisfaga.
UNO: Posiblemente haya sido así.

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De entrada, en el clásico cuento de Charles Perrault, cuya versión de los hermanos Grimm sería la más difundida por contener menos caracteres eróticos y asequible para la infancia, la madre manda a su hija, que usa una caperuza de color rojo con la que se hace conocida como Caperucita Roja, a que le haga una visita a la abuelita que vive en el Bosque. Le encarga que lleve una canasta llena de frutas.

Si lo vemos bien, la canasta con los alimentos para la abuelita no se trataba más que de una alegoría a la virginidad de Caperucita. Por eso, si el Lobo Feroz hubiera estado hambriento, en la primera ocasión le arranchaba la canasta y se largaba con las mismas, cual delincuente o carterista profesional, sin decir 'hola'.

Pero no, se detiene, flirtea hasta cierto punto con Caperucita, le hace una pregunta suavemente, pese a que ella procura evitarlo y todo lo demás, le da la respuesta satisfactoria para el Lobo (que iría a la casa de la abuelita). Esto es debido a la inocencia pícara de la chica, al igual que el candor de su caperuza, símbolo de la menstruación, como señalaba Erich Fromm en su libro "El Lenguaje Olvidado" (1972).

En el caso del Lobo Feroz, queda demostrado que su hambre no era por alimentos comestibles, sino que es otro tipo de "hambre" que quiere saciar: el sexual. Hay un hecho relevante dentro del cuento: cuando Caperucita le hace esas preguntas extrañas al Lobo disfrazado, para luego meterse a la cama al lado de su dizque abuelita. El verbo 'comer' no aclara del todo cuál fue el propósito de fondo que se vieron implicados tanto Caperucita como el Lobo.

Porque lo que sí está registrado es el hecho de que Caperucita se mete a la cama al lado de su abuelita. Y la pregunta de rigor: ¿A hacer qué cosa? ¿Qué hacen sobre una cama un sujeto a punto de estallar con las "tontosteronas" revueltas, y una chica "sex appeal" en el candor de la menstruación y perder la virginidad? Dormir o hacer la siesta no es la respuesta más adecuada.

En la versión recogida por Charles Perrault, la leyenda, que de por sí era bastante cruel, dada la tradición oral dentro de ese contexto histórico (siglos XVII y XVIII), incluía una secuencia de lo más aberrante, lindando con lo bizarro: el Lobo, disfrazado como la abuelita, le da de comer a Caperucita carne y 'sangrecita', al más puro estilo de Hannibal Lecter. Obviamente que eran restos de la abuelita descuartizada por el Lobo.

Esto, obviamente fue suprimido, tanto de la versión de Charles Perrault como de los Hermanos Grimm (Jakob y Wilhelm), para evitar la orgía de sexo y sangre incluido en el cuento. Además, si la abuelita moría desde su encuentro con el Lobo, la historia giraba 180 grados para finalizar de otra manera, cosa que no era conveniente, ya que no habría ese mensaje de fábula moral que se resume al final del cuento: "No hables con desconocidos".

Lo que sí queda como una cicatriz en el cuento, en la versión de Perrault sobre todo, cuando se menciona que la Caperucita, de todas maneras, se metió a la cama con la "abuelita". Luego ella sería "comida" por el Lobo disfrazado.

Hay diferencias entre las versiones de Perrault y la de los hermanos Grimm con respecto del salvador de Caperucita (y la abuelita). Perrault menciona a un cazador que, intrigado al ver a un Lobo meterse a la casa de la abuelita, va acompañado de un serrador para ver si todo marcha bien. Los hermanos Grimm refieren que el salvador es un leñador, que por ahí pasaba solo. Pero en ambos casos, le dan muerte al Lobo con la tortura de dejarles piedras dentro de su organismo.


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UNO: Otro sí digo: el leñador es sospechoso. Mata al Lobo porque es su competencia.
DOS: Es cierto. Como en el bosque no vive nadie más que la abuelita apartada de la casa de Caperucita y su mamá, el leñador con su dura jornada de cortar árboles y el Lobo como peligro acechante de tomar posesión de las mujeres. Eso mientras el leñador trabaja.
UNO: A las finales la meta era atraer al Lobo y matarlo. Porque en todo el cuento se percibe una lectura casi inadvertida: los celos del Leñador porque sigue con vida el Lobo.
DOS: El quid estaba en eliminarlo del bosque. Así, el leñador tomaba, como medida urgente, la posesión tanto de la abuelita como de Caperucita.
UNO: Lo cual nos topamos con una sorpresa que a mí me da asco.
DOS: ¿Cuál?
UNO: Que el leñador era gerontofílico (parafilia con las viejitas o maduras) y pederasta (parafilia con las niñas vírgenes).
DOS: Pero recuerda que en aquellos tiempos, una chica que ya menstruaba se la consideraba una señorita, digna de buscarle marido para que procree hijos y mantenga esa institución llamada "Matrimonio".
UNO: Pero aún me sigue dando ascos que el leñador también se 'garchara' a la abuela. Como si no tuviera bastante con la Caperucita.
DOS: Quien sabe, quizás la abuela andaba necesitada de aventuras de ese tipo, debido a que siempre dejaba abierta la puerta de su casa, sin pestillo ni tranca hasta en las noches.

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Queda claro entonces que tras el cuento de Caperucita Roja, se esconden varias lecturas sutiles y alegorías no del todo desprovistas con la sexualidad y el erotismo. Y así quieren instruir a los niños. Aunque Bob el Constructor y Barney son muy sospechosos de pertenecer al gremio, al igual que los Teletubbies.

Hasta el próximo post que viene.

martes, 29 de julio de 2008

Sobre el útero de la Sirenita

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UNO: ¿Qué? ¿Ahora tenemos que revisar un cuento para niños y sus diferencias con una versión animada?
DOS: Cosas de Murnaú. Déjalo ser.
UNO: Pero va a cuestionar el útero de la Sirenita, como si no tuviéramos bastante.

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Si revisamos bien el cuento que escribiera Hans Christian Andersen, a diferencia de la versión animada que hiciera Disney, hay muchos aspectos que cambiaron radicalmente el sentido del cuento mismo. Para ello una pequeña muestra: en Copenhague hay un parque temático dedicado a la figura de la Sirenita, y como es evidente de señalar, no es pelirroja como la pintaron en Disney, sino rubia, como cualquier hija de danesa.

Al cumplir los quince años, en vez de bajar escaleras y celebrar un gran fiestón, la Sirenita obtiene un permiso para subir arriba, esto es, hacia el nivel del mar donde hay olas, aire, brisa marina, seres humanos en naves flotantes de madera, muelles, etc. Es en medio de un naufragio que salva al príncipe de la película, y como era de esperar, el flechazo del amor recayó en el hígado de la Sirenita. Esto es así, porque se ha demostrado que se ama con el hígado, y no con el corazón, porque sólo bombea sangre.

Por cierto, el nombre de la Sirenita es tal cual es, no se llama Detergente 'Ariel' como pretendieron señalarla en la versión animada. En el relato original, no existe ninguna dicotomía del bien enfrentándose contra el mal, es decir, la protagonista buena contra la mala de la película. La Hechicera de los Abismos, cuyo nombre se desconoce, y que no es Úrsula, como aseguran los psicodélicos dibujantes de Disney (*), hace un trueque con la Sirenita.


Sólo la Hechicera de los Abismos podía socorrerla. (...)
-¡...por consiguiente, quieres deshacerte de tu cola de pez!
Y supongo que querrás dos piernas. ¡De acuerdo!
Pero deberás sufrir atrozmente y, cada vez que
pongas los pies en el suelo sentirás un terrible dolor.
-¡No me importa, a condición de que pueda volver con él!
-¡No he terminado todavía! -dijo la vieja-. ¡Deberás darme
tu hermosa voz y te quedarás muda para siempre! Pero
recuerda: si el hombre que amas se casa con otra, tu cuerpo
desaparecerá en el agua como la espuma de una ola.
-¡Acepto! -dijo la Sirenita.


Si lo vemos bien: es un mal negocio. Sin la voz, la Sirenita pierde todo su encanto, como cuando un carro de la Policía está con la sirena afónica. A diferencia de las sirenas que aparecen en la Odisea de Homero, los hombres navegantes deben taponear sus oídos con cera de abejas, porque seguro cantaban muy mal. Pero es un mal negocio, así de simple.


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UNO: ¡Ahh! (Suspiro) Ilusiones de la quinceañera. Se arriesga a recibir un par de piernas sin saberlas usar antes.
DOS: No va a serle muy fácil caminar de buenas a primeras, cuando llegue a la playa.
UNO: A un niño, ¿cuántos meses (incluso años) le toma aprender a caminar correctamente manteniendo su equilibrio y todo eso?

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Entonces vayamos a la playa a presenciar un espectáculo único que no lo dice el cuento. Con nuestras toallas y un bronceador para la tarde, nos ubicamos en el mejor sitio de la playa y apreciaremos el fatídico y bochornoso espectáculo que hace una damisela saliendo del mar. Por lo visto arrastra consigo un fétido olor que no se lo saca ni el Toquecito Glade o el Señor Honguito (superando eso sí, al olor de pescado muerto que siempre hay en el puerto de Supe, que lo supe después, mira tú).

¡Quince años apestando a pescado! Como si fuera fácil eliminar ese olor. Con nuestras naricitas tapadas, vemos que la damisela no hace más que arrastrarse, por lo arrastrada que es por su príncipe. A pesar de haber recibido su par de piernas flamantes, todavía no sabe usarlas. No olvidemos que la gravedad en la tierra se siente más que en el mar, por eso no le era fácil a la sirena desenvolverse como si estuviera en casa. Recién salida del mar, la Sirenita se asemeja más a un pescado o una foca que vara en plena playa queriendo no morir en el intento y brinca con toda su alma. Lástima que no existía Greenpeace cuando se escribió el cuento. De algo hubiera servido, ¿no creen?

En medio de la playa la Sirenita conoce un enemigo cruel contra toda estética femenina: la arena. El poder abrasivo que tiene la arena es similar a la lija cuando lo pasan por tu brazo (¿no has sentido eso alguna vez?) o tu rostro. Otro problema es la indumentaria adecuada. Siquera un bikini Bugui o Dolce & Gabbana habría sido la solución perfecta. Pero apenas llevaba un par de shells atado a unas algas cubriendo el detalle doble de arriba, pero no lo de abajo. Eso a la larga termina dañándola, por las cuestiones de la fricción de la resistencia ante la arena, por andar arrastrándose en la playa.

Sin embargo, en alguna parte del cuento, según las estructuras semióticas que lo estudian, el príncipe encuentra a esta bella dama irreconocible y... calata. La verdad de la milanesa es: ¿qué hizo el príncipe cuando la vio toda desnuda en medio de la playa? Aunque claro, mucho no pudo ver porque ya atardecía. Pero sí se ganó con tremendo recuerdo visual.

Repentinamente, según el relato, el príncipe tuvo que irse de viaje. La ex Sirenita fue albergada en el castillo como un ser deslumbrante de belleza, pero muda. A pesar que usaba los mejores vestidos, a su vuelta el príncipe sólo le profesaba un sincero afecto a la Sirenita, que, con el tiempo fue aprendiendo a caminar, ya que luego, según Andersen, fue invitada a un baile,

pero tal y como había predicho la bruja, cada paso,
cada movimiento de las piernas le producía atroces
dolores como premio de poder vivir junto a su amado.


Un pez femenino no tiene ovarios como la de una humana. La Sirenita, mitad pez y mitad humana, al adquirir las piernas, adquirió, en un principio, una extensión epidérmica, que lo conocemos como piel, y que la mayoría de las mujeres procura depilárselas para no parecerse a los monos. Con las nuevas piernas, adquirió también una serie de músculos aún no conectados con su cerebro, ya que pasar de los reflejos acondicionados de la aleta a las piernas, cuesta adpatarse. Adquirió ni más ni menos, un par de fémures, de peronés, de tibias, de rodillas (importante tenerlas en cuenta), y dos pies, para usarlos con unos Prada, Gucci, Dior, entre otros.

Pero sobre todo, lo más importante, se trata de la pelvis de la sirenita. Ningún pez tiene una pelvis de qué jactarse. Al menos la sirenita podía hacerlo, pero de qué le serviría en esos momentos, en que no podía decirle al príncipe que fue ella quien lo salvó de morir del naufragio, y no la otra tarada, la que se aprovechó de la situación y le ganó el marido, la casa y la comida de por vida, es decir, el príncipe, o el trofeo de guerra (como consta en el relato).

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UNO: La pregunta de rigor es: ¿Tenía ovarios la Sirenita cuando hizo el trueque con la bruja para intercambiar su linda y profunda voz cantarina (seguro que hasta superaba a Elis Regina, insuperable ella), por las piernas con la cual recobraría cierto aspecto humanoide?
DOS: Lo cual me lleva a reformular tu pregunta: ¿Tendría menstruación la Sirenita?

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¿Ustedes creen que la sirena en cuestión amó a primera vista sus piernas?
Por supuesto que no.

En el castillo, echada sobre su cama, y con el trauma post-pélvico por lo de la playa, la Sirenita anhelaba volver al mar, tener su gran aleta y su hermosa voz. Pero qué se le hace: una vez hecho algo, ya no hay vuelta atrás. Y el susto más grande de su vida fue al contemplar, por vez primera y con mayor detenimiento, esas ridículas extensiones de sus pies, llamados dedos, que no tenían ningún parecido a las de sus manos.

Y los dolores que tenía al caminar, bien tenía que disimularlas o practicar el budismo zen para no sentirlas tan de cerca. Lo más apropiado habría sido una silla de ruedas, pero ya nos poníamos demasiados pesados al criticarle a Hans cómo debía escribir sus cuentos. Porque lamentablemente, ni con ayuda de las búsquedas espiritistas o mediúmnicas logramos contactar con Hans Christian Andersen para que aclare algunas cuestiones importantes sobre su cuento.

De pronto, un dolor se hizo cada vez más evidente. Era un dolor que no se centraba en una región específica de su abdomen, como lo fuera el pinchazo con una aguja, sino en casi todo el vientre. La Sirenita nada de esto entendía. Un dolor que fue interpretado como cólico entre las mujeres del castillo del príncipe. ¡Horror de horrores! La Sirenita, ignorante pero linda ella, no sabía que ser mujer era un suplicio cada mes lunar. La regla de los 28 días señalaba que cada cierto tiempo -y por varios días- debía sufrir dolores parecidos al de la acidez estomacal pero amplificados, amén de eliminar ciertas sustancias cargadas en hierro oxidado. Imaginemos su reacción cuando le vino la menarquía a la Sirenita.


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UNO: Lo cual ya era un horror para la misma Sirenita, debido a su pudor submarino.
DOS: Todos los hombres del castillo, entre los soldados de la seguridad, los empleados y los pavo reales de la nobleza, habrían rajado que era virgen y correrían las apuestas por quien la logre desflorar.
UNO: Ni hablar de las mujeres, que de pura envidia habrían estado chismeando que no sabía ni caminar y que le andaba serruchando el piso a la otra, la que iba a ser la firme esposa del príncipe.
DOS: Y no olvidemos las lavanderas, ya que de seguro se extrañaban que la ropa usada por la Sirenita tuviera un olor muy impregnado a brisa marina y mariscos frescos...

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Cada vez iba de mal en peor, como que la vida no tenía sentido para la Sirenita. Pero según la estructura narrativa semiótica del cuento, ya para rematarla y acabar de una buena vez, le permiten la efímera oportunidad de matar al príncipe para volver a ser la sirena de antes, con voz incorporada. Pero nones, no es lo que desea ella para con su amado. Así que desde lo alto del castillo se lanza sobre las olas, y se vuelve espuma. Pero no contaba que el agua de mar siempre está en constante ciclo. Se había olvidado de la evaporación.

O peor aún, no sabía de qué se trataba ese proceso hidrológico. La arrastran hacia los Reinos de los Vientos, es decir, hacia las nubes cumulonimbus, acaso las stratocumulus o nimbostratus, quién sabe. La Sirenita deja de serlo y se transforma en una Sílfide, una hada o elemental del viento, encerrada por 300 años entre los vientos, hasta que consiga el trueque de su alma por uno inmortal, llevando eso sí, brisa fresca a los lugares cálidos, evitando las olas de calor, que no hacen más que obligarnos a mover cada vez más el abanico y anhelar un ventilador cuanto antes.

Hasta el próximo post que viene.



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(*) Los dibujantes que estaban al servicio de Walt Disney al parecer probaron su ración de psicodelia pura. Véase los elefantes rosados en "Dumbo", o cuando hace su aparición Pancho Pistolas en "Los Tres Caballeros", cuya secuencia es digna de la psicodelia más pura.

martes, 22 de julio de 2008

¿Y si la historia oficial lo escribieran las videntes?

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UNO: Los historiadores no dicen la verdad, todo ahí es subjetivo, depende mucho de quien lo escriba. Así nunca sabremos cuál es la verdadera historia.
DOS: ¿Por qué lo dices?
UNO: Y bueeeno, la mayoría de los libros de historia son escritos 20, 50, 100 años después de ocurrido el suceso. Así jamás de los jamases llegaremos a saber qué fue lo que realmente pasó.
DOS: Eso es cierto, bien dicen que la historia sólo se dedica a ver "restos" que encuentran. No cubren las emociones del momento.
UNO: Y eso no es historia pues, no nos hagamos de rogar.
DOS: ¿Y tú qué propones? ¿Que los libros se escriban durante se van dando los hechos? O peor aún, ¿que se escriban años antes que ocurran los sucesos?
UNO: Fíjate que no es mala idea. Así sí sabríamos qué es lo que va a ocurrir y lo que pasará.
DOS: ¡Pero hom! Eso implicaría contratar a videntes para que se hagan cargo de ello. ¿No crees que exageras con la nota?
UNO: No está mala la idea de contratar videntes. Que ellas sean las historiadoras del futuro. Así tendríamos documentos más verídicos, más exactos de lo que realmente pasó, o de lo que ocurrirá, según se mire cómo está la cosa. Por cierto, las predicciones están para que no se cumplan.

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Sabemos que todos, por regla general, que tenemos el sentido de la vista funcionando bien, somos videntes por naturaleza. Son invidentes aquellos que sufren de algún mal ocular, o los ciegos, que no ven (ni mierda) más que aquella oscuridad eterna. Pero por regla de costumbre, solemos llamar videntes a los que pueden ver más allá de este orden lógico y "normal": es el tercer ojo desarrollado en algunas personas que les permite ver más allá de lo e-vidente. Abstenerse los charlatanes (nuevamente, éstos, aún siendo videntes, no ven ni mierda). Con un tercer ojo desarrollado o en vías de, las videntes pueden ver el futuro, o el pasado, o el presente mismo, segundos antes de lo que va a acontecer el suceso, justo como ahora. Insisto en usar el género femenino de "videntes" por la sencilla razón de que más abundan videntes mujeres que hombres, y porque son más fiables.

INSISTO: los historiadores mienten. Y mal, todavía. Esto se corresponde a una lógica desmesurada: si el o los historiadores no estuvieron en el lugar de los hechos, ¿cómo pueden afirmar lo que dicen? ¿A título de qué pueden sustentar o afirmar que tal cosa sucedió si no estuvieron como testigos presenciales? ¿Acaso debemos darles crédito a ellos porque llevaron sus cinco años de estudios universitarios y que eso los convierte en el sanctasanctórum de que todo lo que dicen es verdad? ¿A pesar, insisto, de no haber estado en el lugar de los hechos, EN EL PRECISO INSTANTE O MOMENTO QUE OCURRIó EL SUCESO O HECHO, que luego quedará registrado como histórico?


La respuesta, muy sencilla y muy escueta: NO.


Por ello propongo que las videntes escriban los nuevos libros de Historia. Algunas videntes se prepararán arduamente sólo para visualizar el pasado y registrarlo (con grabaciones verbales o manuscritos) en nuevos documentos al alcance de cualquiera. Como vivo en Perú, propongo que esta propuestra al menos se haga de manera experimental en este país de las maravillas, donde todo es una mentira, hasta en su historia tergiversada y a menudo malograda.

Por otro lado, con el conocimiento más abierto de personas que han visto vidas pasadas en prácticas de meditación o por regresión, propongo que se haga un archivo o dossier registrando como vivia tal o cual personaje histórico -el Mercader fenicio, el Esclavo griego, el César romano, el Vikingo normando, el Inca xolar, etc.- en base a los testimonios de aquellas personas que reconocieron que en sus vidas anteriores fueron tal o cual reeencarnación anterior. Esto ayudará a tener un perfil más exacto y hasta enciclopédico del modo de vida vivendis de aquellas personas históricas, a diferencia de cada mentira y burrada que suelen cometer por escrito los arqueólogos y los historiadores sobre costumbres y lenguas perdidas o muertas.


Propongo, a su vez, la preparación de videntes que puedan visualizar sólo el futuro. Pero esta preparación será más ardua y más conflictiva: los videntes se reunirán en consejo y deberán precisar con exactitud de fechas y horas (minutos y segundos si es posible, por favor) de los sucesos que vendrán en el futuro acontecer, siempre y cuando contrastando lo que sostiene un vidente de otro, hasta llegar a un acuerdo común de lo que podría ocurrir más adelante.

Del punto anterior surgiría un problema: los libros de historia oficial sobre el futuro han de estar editándose a menudo por la considerable cantidad de fe de erratas y modificaciones que de seguro aparecerán, cuando pasen a ser archivos documentarios de pasado histórico. Pero eso ya es relevante como un asunto menor, en cuanto se logre concretar el mayor proyecto histórico de la humanidad, que hasta la Discovery se quedaría chico.
Aún así, con lo expuesto anteriormente resolveríamos una gran serie de problemas que leeremos por medio de estos documentos, vendrán del futuro. Cambiar el destino, sobre todo, si era muy fatal. Pero eso sí, las predicciones están para que no se cumplan.


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DOS: Entonces de todo lo anterior queda claro que era evidente contratar videntes.
UNO: De todas maneras. Sería un gran aporte para la posteridad.

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POST DATA: Si lo vemos de manera fría y calculada, diremos que los historiadores tienen competencia. Los periodistas se están apoderando de su antigua posición de cronistas "objetivos" de la realidad que retratan. Como ahora prima la fotografía, el video y el registro sonoro, es una manera segura de registrar hechos cotidianos o insólitos que pasarán a ser, de aquí a treinta años la denominada "historia nueva" (por el soporte audiovisual que lo registra y mantiene).


Pero este no era el punto. A lo que iba es que los historiadores mienten. Y publican libros, que es lo que más asco nos da como grupo. Libros aburridos y sin imágenes, como proponía Alicia en el País de las Maravillas con su forma simple de clasificar un libro aburrido de uno divertido.

Hasta el próximo post que viene.

domingo, 20 de julio de 2008

Inicio de Despedida (ensayo de prueba)

Uno y Dos conversan...

DOS: Acabáramos. Ahora Murnaú y familia tienen su blog.
UNO: Ni que fuera para tanto, ¡hombre!
DOS: Es que es esto precisamente lo que me temo...
UNO: ¿Qué cosa?
DOS: Que nos posteen conversaciones como éstas... ¿tú no crees que Murnaú nos esté grabando la conversación para luego transcribirla y luego postearla en su blog como muestra de prueba por ensayo y horror...
UNO: Error...
DOS: Exacto, y que seamos leídos mientras estamos conversando?
UNO: Hummm, eso depende de la relatividad del tiempo y del espacio, mientras que conversamos ha de pasar un tiempo relativo, para que luego nos escuchen y nos transcriban a un papel o de frente a una computadora, y de ahí recién que posteen en el blog de Murnaú...
DOS: En fin.
UNO: En todo caso no temas. No creo que nadie se interese por esto y lo lea.
DOS: Esperemos que sea cierto...

Hasta el próximo post que viene.